Miguel Ángel Del Río es un brillante abogado penalista, defensor de los Derechos Humanos, quien decide hacer un alto en su carrera para lanzarse de lleno a la política y es lo que llama la atención, sin embargo, cuando se le pregunta por qué decide lanzarse al mundo de la política, responde sin dudar, “una profunda desigualdad en el país, yo soy un profesional del derecho y el derecho penal ha cumplido históricamente una función social, esto significa utilizar el derecho como instrumento, para defender Derechos Humanos”.
Eso es precisamente lo que quiere Del Río, que esa misma labor que cumplía el Derecho en su vida, la llene la política y desde allí poder servir a su comunidad, “sin embargo, siento que ya es momento de dar un paso al costado de mi profesión y tratar que desde la política, que es el arte del servicio, a diferencia de la politiquería que es el arte de la corrupción, servirle a la comunidad y que esa ayuda y ese servicio le llegue a muchísimos más ciudadanos, esa ha sido fundamentalmente la razón que me ha motivado a dejar una carrera profesional exitosa por acercarme a la política”.
A pesar que se define como un ‘liberal de izquierda’, también confiesa que no ha encontrado un partido que pueda satisfacer esas inquietudes, “el Partido Liberal, dejó de ser liberal hace mucho tiempo y se convirtió en una masa de egoísmos y de intereses personales”, por eso se inclinó por el Pacto Histórico.
“Hoy la llegada del Pacto Histórico, para mí es una especie de comunión entre diferentes fuerzas progresistas y en ese sentido considero que es el escenario natural e ideal para participar en política”, explicó.
Una de las principales labores en su carrera fue la defensa de víctimas a las que les habían violado los Derechos Humanos, en medio de esta defensa, conoció a varios protagonistas de lo que hoy se conoce como el Pacto Histórico, esta cercanía con ellos le sirvió para cuestionarse sobre si desde la política puede alcanzar algunas zonas que desde su profesión no alcanza.
Dolor de barranquillero
Hay cosas que resalta de su ciudad natal, sin embargo, hay otras que le duelen, “conozco lo que pasa en Barranquilla, conozco la dinámica de Barranquilla, pero principalmente conozco un presupuesto que normalmente Barranquilla no ha aceptado y es que la ciudad tiene hoy un predominio de la estética, por encima de las estructuras”.
“Esto significa que mucha gente considera que el embellecimiento de la ciudad tiene una relación directa con las necesidades de la población y es todo lo contrario; primero hay que aplaudir todo ese desarrollo del cemento, pero fundamentalmente lo que se necesita es inversión social”, agregó el candidato a la Cámara de Representantes.
Esa inversión social es la que quiere jalonar para su tierra desde el nivel central, por esta razón pone a disposición su nombre para que los barranquilleros y atlanticenses lo elijan en su camino al Congreso de la República.
“Tenemos pocas zonas de Barranquilla embellecidas pero tenemos el sur de la ciudad absolutamente olvidado. Aquí no es de embellecer la ciudad, aquí no es de estéticas, porque eso no es desarrollo, desarrollo es inversión social; el sur de Barranquilla y el Atlántico están totalmente olvidados”, aseguró de manera puntual Del Río.
“No es cierto que Barranquilla esté bien, no es cierto que el departamento esté bien, necesitamos inversión social”, agregó el candidato a la Cámara de Representantes.
Control Político
“En el tránsito del presupuesto nacional a lo regional aparecen todos esos elementos de corrupción, una de las grandes heridas del Atlántico es el tema de la contratación pública, las concesiones en el departamento son el caldo de cultivo del desangre económico y es precisamente a través del control político como podemos superar esa vertiente”, Puntualizó.
Finalmente, Del Río mostró las razones por la que los colombianos deben elegirlo y darle la oportunidad para que los represente en el Congreso:
- Porque no soy un político tradicional.
- Porque he sido un defensor de Derechos Humanos.
- Porque he sido un defensor de las luchas de los vulnerables.
- Y es en mi propia casa que vengo a dar la batalla más importante.